Por:
Luis Ángel Porto T.
Camino sin rumbo fijo, sin
destino alguno, mis pies aceleran el paso, y, tal parece que, llevan prisa.
Levanto la mirada y, entonces, entiendo todo,
un grande nubarrón se alza en el cielo, creo que se aproxima una grande
tormenta. El viento sopla cada vez más fuerte, el clima ha cambiado.
Rápidamente los vendedores estacionarios, como liebres al detectar la presencia
del depredador, huyen, poco a poco,
sacándole el cuerpo y evitando la posible desgracia venidera.
Contrario a todo lo
anterior, a lo lejos, entre las nubes, ahora grises, se acerca un hombre,
desafiante, imponente, seguro de sí mismo, a bordo de un popular 'carro e
mula', cargado de variedad de maderas; tantas que hace pensar que quién en
realidad se acerca es el 'caballo de Troya' y a su mando trae todo un ejército
preparado para la batalla.
José Javier, con nombre de
torero español, y rebuscador, de profesión, como el mismo recalca, se detiene
en el cruce de la calle 93 con 46, de la ciudad de Barranquilla; en medio de
toda su aparente fortaleza, de su 'porta equipaje' saca un 'balde' de color
oscuro y le da de beber a su bestia; bebida que el animal, por decisión propia,
acompaña de los arbustos aledaños. Al terminar inician una
"conversación" que finaliza con unas palmadas y el ajuste del
cinturón del caballo. ¡Están listos para la batalla!
Mañana, tarde o noche, la
hora y el lugar donde se encuentren poco importan. Con el pasar de los años,
José Javier ha adquirido un compromiso casi que sagrado, y sus ojos
gritan orgullo, pasión y valentía, cada vez que alguien le pregunta por
su labor y el responde “ayudo a los demás, veo trabajo dónde nadie más lo ve,
me rebusco y con esto come y duermen mis dos ‘pelaitos’”.
Su obligación voluntaria
es estar en cada ‘aguacero’, construir puentes por encima de los ya muy
conocidos arroyos, transportar a las personas de esquina a esquina y cuando se
presenta la ocasión, aunque él no lo desee, salvar vidas.
Viene de un lugar donde
todos quisiéramos ir, aunque el nombre no hace mucha alusión a la realidad: La
playa. Es hombre de ningunos estudios pero, su vocación por ayudar a los demás
y de como de lugar sacar adelante a su familia habla por si sola: un héroe
épico a bordo de un carro e’ mula